Depende del gusto del espectador elegir el más impresionante de los alardes que hace en vuelo la Patrulla Águila del Ejército del Aire. Para algunos será cómo los pilotos de los cazas C-101 se cruzan tras una carrera vertiginosa en la que están a punto de completar el rumbo de colisión; para otros es “el sacacorchos”, un caza girando en espiral en torno a los de sus compañeros. O puede que lo valioso de la acrobacia no sea tanto la espectacularidad, con o sin estelas de humo de colores, a 200 metros de altura, como la temeraria formación al aterrizar como una bandada de aves, coordinados y sin tocarse, o, como dice su lema, juncti sed non uncti (juntos pero no revueltos).
Todas estas maniobras y unas cuantas más se han visto en el aire de San Javier (Murcia), a la orilla del Mar Menor, zumbando los aviones en bajas pasadas sobre las cabezas de los visitantes. Así ha presentado esta semana el Ejército del Aire y del Espacio su Festival Aéreo Aire 25.
El Ejército del Aire (EA) se dispone a celebrar los próximos 14 y 15 de junio el 40 aniversario de su principal escaparate: la escuadrilla de pilotos de ataque y sus cazas C-101 entrenados para exhibir destrezas, abrillantar celebraciones con sus espectáculos acrobáticos y extender las culturas aeronáutica y de la defensa.
Jubilar al “culo pollo”
Todo el mundo conoce a la telegénica patrulla que culmina los desfiles del 12 de octubre soltando a la vista del público colas de humo que combinan los colores de la bandera de España. La fama es producto de cuatro décadas de edad, al cabo de los cuales se encamina a su última exhibición la gran máquina del equipo, un avión mítico para los pilotos militares españoles.
El caza C 101, de fabricación española (izquierda), el avión de referencia para la patrulla durante 40 años, será sustituido por el Pilatus de hélice, avión de adiestramiento del Ejército del Aire / EA
Afectuosamente lo apodan “culo pollo” los que han pasado por la Academia General del Aire. Es el CASA C-101, un reactor de adiestramiento y ataque ligero, también llamado Aviojet, que la empresa Construcciones Aeronáuticas SA entregó al Ejército del Aire en 1985. El 4 de junio de aquel año hizo la Patrulla Águila su primer vuelo sobre las pistas de la base aérea de San Javier, precisamente probando el avión en cabriolas aéreas.
Ante el público de la presentación ha dicho el teniente general Francisco Braco, jefe del Estado Mayor del Aire, que 40 años de paseo del C-101 han sido 40 años de “representación de nuestra industria nacional aeronáutica”. Ese avión significa para él “la importancia de que España cuente con un tejido industrial robusto, capaz de proporcionar a las Fuerzas Armadas lo que necesita”.
Una maniobra de alto riesgo, por la escasa distancia entre los cazas / EA
Ahora los alumnos de la Academia General del Aire (AGA), que serán los pilotos y oficiales del EA, se adiestran en un avión suizo, el Pilatus PC21, turbohélice y no jet, pero dotado de una aviónica mucho más avanzada. Con este avión van a operar a partir del 40 cumpleaños los pilotos de la Patrulla Águila, convirtiéndose en una de las pocas patrullas acrobáticas con monomotores de hélice en sus .
Durante los días 14 y 15 de junio se podrá ver en esa pista una exhibición estática, en la que EA mostrará todos sus modelos. Habrá 70 aviones en parking y 25 en la muestra.
La pista de la base de San Javier es como un templo para los 100 pilotos que ha tenido la Patrulla Águila en su historia. / JJF
En las playas de la zona se llevará a cabo la exhibición dinámica, con unidades de los tres ejércitos. Y en el aire, sobre el mar Menor, se desplegará lo que Defensa pretende que sea el mejor festival aéreo de Europa, con la danza de la Patrulla Águila -aún con C-101- y de cuatro equipos similares invitados, con los que la escuadrilla española se ha cruzado a menudo en festivales internacionales: los Red Arrow británicos, los Frecce Tricolori italianos, la Patruille Suisse y la Patrouille de France.
Embajadores
Cuarenta años han dado para 30.000 horas de vuelo, 20.000 misiones y 500 exhibiciones llevadas a cabo por más de 100 pilotos, en 170 ocasiones fuera de España.
En 1992 empezaron a hacer dibujos con humo de colores ante el público. Primero, sobre Barcelona, en la inauguración de los Juegos, dejando en el cielo los colores de la bandera olímpica. Después, en julio, sobre la Expo de Sevilla, desplegando la bandera española por primera vez.
La pâtrulla Águila, tras un Airbus A400 en el cielo de Murcia. / EA
El trabajo de una patrulla acrobática militar está lejos del mero ejercicio circense, por más que velocidad, riesgo y espectacularidad sean lo que más llama la atención. Hay en el espectáculo un mensaje subliminal: los países que disponen de patrullas aéreas acrobáticas en sus ejércitos acreditan potencia militar, el entrenamiento y destreza de sus pilotos, la precisión del equipo y, cuando pueden, el nivel que ha podido alcanzar su industria nacional.
Esa es razón suficiente para que la Patruille de France vuele con aviones francoalemanes Alpha Jet, los Red Arrows del Reino Unido con cazas ligeros BAE Hawk y los italianos de la Frecce Tricolori utilicen cazas de fabricación propia Aermacchi.
El jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, Francisco Braco, saluda a los componentes de la Patrulla Águila en San Javier (Murcia) / JJF
Los seis pilotos de la Patrulla Águila –eran siete, pero no sobra el personal preparado para estas misiones- son de la especialidad de caza y ataque, pertenecen al 794 escuadrón de la AGA y son profesores de esa academia y adiestradores de pilotos del centro, de la Armada y del Mando Aéreo de Combate, el MACOM, para misiones especiales.
Pero Luis Felipe González Asenjo, desde julio pasado director de la AGA, les atribuye otro empleo: el de diplomáticos. En su opinión, esta escuadrilla acrobática -igual que el buque escuela Juan Sebastián de Elcano– es “embajadora de España en el mundo”.
Perros y zorros
Los pilotos del actual equipo acumulan en su historial una colección de emociones. Dice el teniente Óscar Sánz, un madrileño de 28 años, que aún se estremece cuando compone la bandera con sus compañeros -“Pone los pelos de punta; sin duda es lo mejor”-, si bien el sentimiento más común pilotando un caza “son las G”. Se refiere a la gravedad multiplicada que presiona al organismo con la aceleración súbita del aparato.
Fotógrafos del Ejército del Aire, en la rampa abierta de un A400 para captar el vuelo de la Patrulla Águila el pasado 1 de abril. / EA
El jefe de la escuadrilla, el comandante José Javier Sánchez -que estuvo en Torrejón con el Ala 12 del EA, y cuyo currículo internacional incluye una misión de superioridad aérea sobre Libia- cree que para estar en la patrulla hacen falta “tres cualidades: saber trabajar en equipo, disciplina y profesionalidad”.
La maniobra preferida del comandante Sanchez es el “flip flap”, dos aviones uno encima de otro… solo que el de arriba vuela cabeza abajo hasta que cambia su posición con la pareja.
Sanz tiene en la patrulla el puesto de “punto derecho”, y su jefe vuela también en ese flanco. Las posiciones y ocupaciones en la formación responden a una particular nomenclatura: líder, perro, solo, par derecho, par izquierdo, zorro…
El capitán Luis Verjano es uno de los dos zorros del equipo, En las exhibiciones, si le toca estar en tierra y hace de locutor, impone su voz sobre el rock & roll de la megafonía gritando “¡ra-ta-ta-ta-tá!” cuando ve a los suyos romper en el aire como una palmera de fuegos artificiales. En una exhibición fuera del país entusiasmaron al público. Fue una de las grandes mañanas del equipo. Guarda Verjano entre sus emociones cómo la gente, al pasar la Águila soplando por encima, gritaba: “¡Ra-ta-ta-ta-tá!”.