La sacudida que ha provocado el presidente estadounidense Donald Trump no sólo se ha sentido en la Franja de Gaza. Sus incendiarias declaraciones afirmando que Estados Unidos “tomará el control” del enclave palestino y abogando por un desplazamiento “permanente” de la población local han alcanzado cada rincón de Oriente Próximo. Y, exceptuando a los socios ultraderechistas del primer ministro israelí Binyamín Netanyahu, que sonreía encantado a su lado en el despacho Oval, las reacciones no han sido muy positivas. Aquellas partes involucradas –Hamás y los países árabes supuestamente encargados de acoger a los gazatíes– han advertido a Trump de que su plan difícilmente puede convertirse en realidad.
Como exitoso inversor inmobiliario, Trump parece dispuesto a solucionar problemas históricos con acciones empresariales. O eso es lo que indica su lenguaje. Para el presidente de Estados Unidos, el proyecto de Gaza implica transformarla en “una Riviera de Oriente Próximo”, donde construirían edificios “de clase mundial” y crearían “miles y miles de puestos de trabajo”. “Será algo de lo que todo Oriente Próximo podrá estar muy orgulloso”, ha dicho el mandatario, que ha afirmado también que podría convertirse en el hogar “de los pueblos del mundo”. “Podría ser algo valioso, magnífico”, ha insistido, después de alegar que “Gaza no es un lugar para que viva la gente”, ya que “ha sido un sitio muy desafortunado para ellos; han vivido como en un infierno”. Ni mención a su homólogo Netanyahu, principal culpable de “la muerte y la destrucción” que dominan a Gaza.
“Gracias a Dios por este milagro”, ha tuiteado el ministro de Cultura y Deportes, Miki Zohar, del Likud de Netanyahu. El entusiasmo que se sentía en los despachos de Jerusalén ha sido trasladado a las redes sociales, sobre todo por aquellos socios ultraderechistas del actual Ejecutivo. “Gracias presidente Trump, juntos haremos que el mundo vuelva a ser grandioso”, ha publicado en ‘X’ el ministro de Finanzas, el colono radical Bezalel Smotrich. Hasta hace unas horas, Smotrich amenazaba con seguir los pasos del exministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, y abandonar el Gobierno en protesta por el acuerdo de alto el fuego con Hamás. Ahora, con sólo unas palabras que auguran un plan por inviable o irrealista que sea, les han devuelto la ilusión. “Cuando dije una y otra vez durante la guerra que ésta era la solución para Gaza, se burlaron de mí”, ha confesado Ben Gvir en ‘X’. “Ahora está claro: ésta es la única solución al problema de Gaza, ésta es la estrategia para el ‘día después’, así que insto al primer ministro a que anuncie la adopción del plan lo antes posible y a que comience a avanzar de forma práctica de inmediato”, ha añadido.
El portavoz de Hamás, Sami Abu Zuhri, ha tachado las declaraciones de Trump sobre el deseo de controlar Gaza de “ridículas y absurdas”. Cualquier idea de este tipo es “una receta para crear caos y tensión” capaz de “incendiar” la región, ha añadido. “Nuestro pueblo en la Franja de Gaza no permitirá que estos planes se lleven a cabo, y lo que se requiere es poner fin a la ocupación y la agresión contra nuestro pueblo, no expulsarlo de su tierra”, ha subrayado. “La declaración de Trump sobre ‘controlar Gaza’ muestra confusión y profunda ignorancia respecto a Palestina y la región”, ha dicho el alto funcionario del grupo, Izzat al Rishq. “El pueblo palestino y sus fuerzas, que cuentan con el apoyo del pueblo árabe y musulmán y del mundo libre, detendrán cualquier plan de desarraigo y desplazamiento”, ha afirmado.
Parte del plan de Trump incluye que países árabes, como Jordania y Egipto, acojan a los dos millones de gazatíes que supuestamente serían expulsados de su tierra. Pero tanto Amman como El Cairo han rechazado formar parte de estos esfuerzos que podrían ser vistos como una limpieza étnica de los palestinos. Además, Trump ha prometido a sus aliados en Tel Aviv que su segundo mandato conllevará la normalización de relaciones con Arabia Saudí como parte de los Acuerdos de Abraham con otros países árabes durante su primera legislatura. Pero Riad ha sido muy claro: no establecerá vínculos con Israel sin la creación de un Estado palestino. En un comunicado del ministerio de Relaciones Exteriores, insisten que el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ha afirmado la posición del reino de “manera clara y explícita” que no permite ninguna interpretación bajo ninguna circunstancia.
En 1994, los expertos de Naciones Unidas definieron la limpieza étnica como “una política deliberada diseñada por un grupo étnico o religioso para eliminar por medios violentos y que inspiren terror a la población civil de otro grupo étnico o religioso de ciertas áreas geográficas”. Las declaraciones de Trump, que abogan para que Gaza se convierta en “una posición de propiedad a largo plazo” de Estados Unidos, haciendo “lo que sea necesario”, incluyendo el despliegue de tropas estadounidenses, para lograrlo, han sido vistas por muchos organismos internacionales como parte de esta “política deliberada”. “Redoblar su apuesta por ser socio de Israel en el genocidio y la limpieza étnica no sólo es una amenaza para Palestina, es una amenaza para la paz mundial y el orden internacional”, ha denunciado Raed Jarrar, director de defensa de los derechos humanos en el grupo estadounidense DAWN, a la cadena de televisión qatarí ‘Al Jazeera’. “Esto no es sólo inmoral e inhumano, es un crimen contra la humanidad”, ha tuiteado la organización Voz Judía por la Acción por la Paz. Paul O’Brien, director ejecutivo de Amnistía Internacional Estados Unidos, ha subrayado que expulsar a todos los palestinos de Gaza “equivale a destruirlos como pueblo”. “Gaza es su hogar”, ha insistido.