17 julio, 2025

Caída de Pogacar y susto gordísimo antes de los Pirineos

No hay nada peor que darse un castañazo el día antes de que empiecen los Pirineos. Es como recibir un chorro inesperado de agua fría cuando uno se coloca debajo de la ducha una tarde helada de enero. La cadera duele, el brazo que impacta contra el asfalto, también. Las noches son calurosas en Toulouse y todos empiezan a quitar los aires acondicionados de la habitación porque sólo se escuchan toses en el pelotón del Tour de Francia. Otra preocupación.

Joseba Elguezabal es de Gatika, Vizcaya. Lava todos los días la ropa de Tadej Pogacar. Le da masaje. Lo cuida como si fuera el hermano pequeño. Y se asusta cuando lo ve caído sobre el asfalto del Tour. Quedaban seis kilómetros para llegar a Toulouse. Los ases de la carrera se habían sacado la carbonilla de la cara atacándose entre sí en la corta pero empinada cuesta de Pech David, donde se había citado buena parte de la ciudadanía de la capital occitana, una rampa de garaje que engaña a Mathieu van der Poel, porque no ve a nadie delante, no le funciona el pinganillo y cree que cuando demarra no hay fugados y que sólo lo espera la gloria de la victoria de etapa.

Pogacar repara la bici tras levantarse del suelo. / TV FRANCESA

Qué engañado está. Hay un dúo escapado, al que descubre en el llano, en las calles de Toulouse. Lo forman un noruego, Jonas Abrahamsen, y el campeón suizo, Mauro Schmid. Triunfa Noruega, primera victoria en la historia del Tour del Uno X, un equipo patrocinado por una cadena de gasolineras escandinavas.

El caos en la llegada

Tal es el caos en la llegada que hasta un espontáneo trata de tener un minuto de gloria, cazado por la seguridad del Tour y entregado a la policía. Van der Poel se desespera porque no había atacado para acabar tercero.

Se desesperan también en el equipo UAE. “Estoy bien”, tranquiliza Pogacar. “Me asusté porque creí que me iba a dar de cabeza contra el bordillo”, justifica más tarde. Todos los gregarios levantan el pie al grito de que el líder está por los suelos por culpa de una maniobra sin sentido de Tobias Johannessen, otro noruego, el líder del Uno X. Cruza la bici de forma inconsciente y tumba a Pogacar. Así se puede perder un Tour.

El grupo de favoritos se percata del accidente del esloveno. Nadie ataca, ni demarra, una acción que podría haberle costado un montón de segundos a Pogacar. ‘Fair play’. A frenar. No hay que aprovecharse de las desgracias del ajeno. Si se le derrota, que sea por otras causas. El Visma de Jonas Vingegaard baja el ritmo y el Soudal de Remco Evenepoel hace igual. Pogacar enlaza sin problema. “No tiene nada grave. Que el grupo haya parado es una gran muestra de respeto. Chapeau para ellos”, repite en Toulouse Mauro Gianetti, el mánager del UAE. Llegan juntos, el hacha se desenterrará este jueves camino de Hautacam.

Tres días clave

Pasó la última etapa, la de las colinas engañosas alrededor de Toulouse. Aparecen los Pirineos. Primero Hautacam, después la cronoescalada a Peyragudes y el sábado el plato principal, con tres de las cuatro cumbres del ‘círculo de la muerte’, sólo faltaría por subir el Izoard en la visita al Tourmalet, el Aspin y el Peyresourde, antes de afrontar la ascensión final a Superbagnères, que no se subía desde 1989 cuando Robert Millar, hoy Philippa York, periodista escocesa, batió a Pedro Delgado.

A los Pirineos llegará de líder este jueves Ben Healy, el ciclista irlandés que sigue los pasos de Sean Kelly, Stephen Roche y Dan Martin, que vive en Andorra, habla castellano y catalán, y elogia en la salida de Toulouse a su joven paisano de 24 años. Lo mismo hace Joxean Fernández, ‘Matxin’, director deportivo de Pogacar. “Nosotros no le hemos regalado el jersey amarillo. Él se lo ha ganado de sobras”. Quizás Hautacam sea el último día en el que Healy lleve la prenda sino se le ocurre convertirse en una especie de Claudio Chiappucci del siglo XXI y repite la táctica de 1990 del ‘Diablo’, como lo llamaron, que amargó la victoria a Greg Lemond casi hasta las puertas de París.

Hautacam se vivirá como la venganza de Pogacar porque ahí lo derrotó Vingegaard la última vez que se subió en 2022. El danés no sólo le ganó la etapa, sino que dejó el Tour sentenciado. El viernes, la cita llega a modo de cronoescalada, la etapa que encanta a Vingegaard porque le recuerda la del Tour de 2023, en los Alpes, donde sacó los colores a su rival esloveno y empezó a cimentar la victoria en París.

Tres días que valen para el fuego de artillería después del fogueo de toda una semana a través de las colinas del norte de Francia y la visita al Macizo Central. ¡Vive le Tour! Llegan los Pirineos, que como dice un viejo proverbio, no se levantaron para separar a Francia de España sino para distinguir a los escaladores del resto de mortales del Tour.

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