Desde la Redacción de El Diario de Carlos Paz
Informe de Aldo Parfeniuk y Edgardo Tántera.
El Centro Parroquial de Educación y Cultura de Villa Carlos Paz fue inaugurado en marzo de 1961, cuando en una vieja casona de la esquina de 9 de Julio y Luther King, 48 alumnos cruzaron por primera vez el umbral de la que sería la primera escuela católica de la ciudad. Aquel sueño, impulsado por el visionario del entonces sacerdote Carlos Santarrosa y la incansable educadora María Esther Perasso de Alasino, llevaría el nombre de una figura fundamental en la historia de la Villa: Margarita Avanzato de Paz, esposa de quien fuera el propietario de las tierras donde se erigió la actual ciudad.
Lo que empezó con apenas cuatro grados de primaria, en instalaciones prestadas de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, fue el modesto inicio de un proyecto educativo y cultural monumental que marcaría para siempre el desarrollo de Villa Carlos Paz.
Para entender el crecimiento del Parroquial es necesario retroceder a la generosidad de las hijas del fundador de la ciudad, Don Carlos Nicandro Paz. Las señoras Margarita Paz de Bergamin, Rosa Paz de Ávila y Cándida Paz de Sorrentino, en nombre de la Sucesión de su madre, Doña Margarita Avanzato, donaron al Arzobispado de Córdoba el amplio terreno de la antigua plazoleta del camino al Monumento de la Cruz.
La donación, sin embargo, venía con condiciones que sellarían un pacto entre la historia de la ciudad y el futuro de la institución. La principal de ellas era que los restos del matrimonio fundador, Paz-Avanzato, fueran trasladados a un lugar de honor en la iglesia parroquial, un deseo que se cumplió al poco tiempo. Por esta y otras razones, se estableció que el complejo educativo llevara el nombre de la matrona de la Villa.
Margarita Avanzato, nacida en Torino, Italia, en 1869, fue mucho más que la esposa del fundador. Llegó al país con dieciocho años y, tras casarse con Carlos Nicandro Paz en 1891, se convirtió en una fuerza impulsora de la fe y la educación en lo que entonces era apenas un paraje conocido como “Los Puentes”. Fue ella quien promovió la creación de la primera capilla, núcleo de la actual Iglesia del Carmen, y de la primera escuela primaria, la hoy centenaria escuela “Carlos N. Paz”. Su nominación no fue un simple homenaje, sino el reconocimiento a una pionera.
Una explosión de Cultura y Educación
Con el terreno asegurado y una comunidad que comenzaba a movilizarse, el proyecto del Padre Santarrosa vivió una etapa de crecimiento vertiginoso y casi febril entre 1962 y 1964. El Centro Parroquial se convirtió en un crisol de iniciativas: nacieron la Escuela de Idiomas “Nuestra Señora Del Carmen”, el prestigioso Instituto Secundario “Bernardo D’Elía”, el Teatro Parroquial “Mediterráneo”, la Escuela de Bellas Artes “Manuel de Falla”, el Instituto Industrial “Cristo Obrero” y hasta una academia de apoyo escolar, la “San Martín de Porres”.
No todos estos sueños prosperaron. Algunos funcionaron temporalmente en la recién inaugurada Casa Parroquial mientras se colocaba la piedra basal del gran edificio en la Plazoleta de La Cruz. Pero esa efervescencia demostraba una ambición clara: crear un polo educativo y cultural integral para una ciudad en plena expansión.
La fuerza de un pueblo y el hogar definitivo
Levantar la infraestructura fue una odisea de enormes sacrificios. Los planos, diseñados por el ingeniero Pérez Forte y el arquitecto Santiago Pardo, cobraban vida gracias al esfuerzo de la Comisión “Pro Obras Parroquiales”. En ella, la figura de Anita de Carena se destacó por su incansable trabajo, sumado a los aportes económicos que el propio Padre Santarrosa consiguió en un viaje a Bruselas y Alemania. La Comisión de Padres, creada en 1963, se convirtió en el motor que empujó cada ladrillo y cada bolsa de cemento.
Tras varias mudanzas, la escuela primaria “Margarita A. de Paz” encontró su hogar definitivo en 1969, cuando el Arzobispado adquirió y cedió las instalaciones del convento de los Padres Jesuitas en La Quinta del Niño Dios. Allí se consolidó el núcleo del complejo, agrupando el Jardín de Infantes “Del Niño Dios”, la primaria y el secundario “Bernardo D’Elía”.
Hoy, aquel proyecto que comenzó con 48 alumnos en una casona prestada, es un Centro Educativo con los tres niveles y una matrícula considerable de estudiantes. Su propósito, enseñar desde una perspectiva humanista-cristiana, se ha mantenido intacto gracias a la dedicación de generaciones de docentes, directivos y familias que, a lo largo de los años, han honrado el legado de aquellos pioneros que se atrevieron a soñar en grande.