22 agosto, 2025

Diego Urdiales, sublime al natural, vuelve a reivindicar su maestría en Bilbao

Feria de Bilbao

Ganadería: seis toros de Garcigrande, dispares de volúmenes, alzadas y cuajo, aunque todos bien armados por delante. En cuanto a juego, con algunos toros “fríos” e incluso manseando en los primeros tercios, y otros medidos de fuerzas, la mayoría tuvieron nobleza y opciones en la muleta, salvo el primero, que se defendió con aspereza y el quinto, que se desfondó. El sexto fue el más completo en la muleta.

Diego Urdiales: estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja), estocada delantera algo contraria (dos orejas). Salió a hombros.

Alejandro Talavante: estocada atravesada que asoma y estocada (silencio tras aviso); estocada atravesada (oreja).

Borja Jiménez: pinchazo, media estocada y descabello (silencio); estocada corta (ovación).

La plaza: quinto festejo de abono de las Corridas Generales de Bilbao, con más de tres cuartos del aforo cubiertos (unos 12.000 espectadores), en tarde agradable y con algunas rachas de viento.

El veterano diestro Diego Urdiales, que ha salido a hombros tras cortarle las dos orejas al quinto de la tarde por una faena de naturales sublimes, volvió a reivindicar su maestría hoy en el coso de Vista Alegre de Bilbao, que siempre fue una de las plazas talismanes en su carrera y donde ha triunfado repetidamente.

Aun así, el torero riojano no entró directamente en esta feria sino que vino a sustituir al convaleciente Morante de la Puebla, en un año en que se estaba viendo relegado por las empresas y con una escasa presencia en los ruedos, a pesar de que, como demostró hoy mismo, se encuentra en uno de sus mejores momentos.

Y, al igual que sucedió en otras ocasiones en este ruedo, lo dejó ver ya con el que abrió plaza, un colorado que usó sus aparatosos pitones para intentar siempre enganchar una muleta que Urdiales, con un perfecto juego de espacios, alturas y pulso, no le dejó tocar más que en contadas ocasiones, en un trasteo técnicamente ejemplar que además remató de una estocada antológica.

Se le pidió entonces sin mucha fuerza una oreja no concedida pero que sí iba a pasear por partida doble del cuarto, un toro largo, hondo y un tanto basto de hechuras que manseó en los primeros tercios, incluso huyendo del picador, pero que mostró su verdadera cara, su buena condición, en cuanto, ya solos los dos, Urdiales se lo sacó por bajo, andándole con mucha torería, a los medios de la plaza.

Las tres primeras tandas de pases con la mano derecha ya tuvieron entidad y ligazón, por mucho que el de Garcigrande no llevara al final sus embestidas. Solo que, con suavidad y pausas, el diestro de Arnedo se las fue alargando y concretando hasta que se echó el engaño a la mano izquierda, cuando llegó la cumbre.

Borja Jiménez da un pase a su primer astado durante el festejo correspondiente a la Semana Grande de Bilbao2 / Luis Tejido / Efe

Porque las tres series que le cuajó con la zurda bien pueden calificarse de sublimes, imantando y meciendo al toro en los tersos vuelos de la tela, moviéndolos sin aparente esfuerzo con un ritmo, una naturalidad y una precisión realmente magistrales. Y los, de nuevo, llenos tendidos de Vista Alegre vibraron como nunca con el toreo fundamental más auténtico y difícil de ver.

Los adornos, el regusto y el orgullo de un torero que se recreó en esta inesperada oportunidad para volver a demostrar su auténtica dimensión artística, prologaron a otra estocada de perfecta ejecución, aunque esta vez no en lo alto, y a la concesión de las dos orejas por parte de una presidencia que, sin dudarlo, asomó al tiempo los dos pañuelos para premiar la mejor faena de la feria de Bilbao de 2025.

Una obra así, de tal calado, casi descolocó a sus dos compañeros de cartel, que intentaron, sin éxito, acercarse a ese nivel con los dos últimos toros. Y así, Alejandro Talavante, que había muleteado de forma anodina y con poca sinceridad a un segundo noble y medido de raza, puso todo su empeño y un mayor ajuste con el quinto, el toro mas fino y mejor hecho del encierro.

El diestro Alejandro Talavante da un pase con muleta a su segundo astado. / Luis Tejido / Efe

El problema fue que el Garcigrande apagó su enclasado galope al afligirse o lesionarse en banderillas, tara que acusó más en el brusco y desaconsejado inicio de faena de Talavante, que nunca le ayudó a asentarse. Optó así el extremeño por meterse muy en corto con el apagado animal, que no tuvo más remedio que voltearle al final de un trasteo casi a la desesperada y que le valió una oreja de consuelo.

Tampoco dio buen trato Borja Jiménez a los dos de su lote, a los que saludó a portagayola. En su caso, el sevillano toreó vertiginosamente tanto con el capote como con la muleta, y con una tensión que no era la que necesitaba el tercero pero afianzar una calidad que no se acompañaba de excesiva fuerza.

Y aún más, después de la lección de Urdiales, se arrebató con el último, un serio colorado que, muy manso en varas, rompió en el último tercio para arrancase con prontitud desde la distancia y repetir unas entregadas y profundas embestidas a las que Jiménez no dio trazo ni fluidez desde una colocación casi siempre sesgada para empalmar pases cortos con los que no pudo apurar su notable condición.

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