El Barça disfrutó de una buena sesión de tiro para afrontar el playoff de la Euroliga a partir del próximo miércoles. El Gran Canaria acabó siendo un cómodo sparring para que los azulgranas afinaran la puntería (104-90) antes de viajar a Mónaco, donde jugarán dos partidos esta semana (miércoles y viernes) antes de reanuda la Liga ante el Unicaja el próximo domingo. Un duelo que debería ser más delicado que el disputado frente a los isleños, por tratarse del cuarto clasificado y al que trata de superar en la tabla.
De nuevo superó el Barça los cien puntos y Joan Peñarroya pudo darse el lujo de promover el debut de Mathieu Grujicic, de 17 años, y nacionalidad alemana, que se ha hecho con la ficha que ha dejado libre Dame Sarr. El escolta italiano ha quedado desligado contractualmente y envió una carta pública de despedida expresando su gratitud a los tres años vividos en el club. Grujicic y los veteranos regalaron un cómodo y brillante triunfo a Peñarroya en su 56º cumpleaños, que al principio debió pensar que le boicoteaban el aniversario.
El Barça remontó 18 puntos en contra (2-20) que se amontonaron en el primer cuarto. Fue posible gracias a que esa rémora se produjera pronto, con casi todo el partido por delante, y la drástica medida tomada por Peñarroya de sustuituir al quinteto inicial de golpe, con el 2-12. También incidió, por supuesto, que los azulgranas apelaran al orgullo para responder al baño que recibían y que los canarios fallaran algun tiro de vez en cuando: habían anotado 4 de los 5 tiros intentados, los mismos que el Barça en el doble de intentos (4 de 10).
Pierre Pelos, entre Youssoupha Fall y Jabari Parker. / Angel Medina G. / EFE
Fue un proceso que llevó su tiempo, hasta el segundo parcial (4 de 9 el Barça, 2 de 9 el Gran Canaria), y que culminó Abrines, uno de los cinco señalados, en un contraataque (40-39), al que siguió un triple de Brizuela. Con el 34-20 del cuarto, alcanzó el cuadro barcelonista la mayor ventaja en el descanso gracias a un triple de Abrines (52-46). Lakovic se quedó sentado en el banquillo cuando todos los jugadores se habían marchado al vestuario. Tal vez contara hasta diez antes de ver las caras de los suyos en la caseta. O hasta cien.
Nada podía reprocharle a John Shurma, espectacular (18 puntos), fundamental para los maravillosos momentos que habían vivido hasta entonces y que no se repitieron. Al contrario: se agravaron. La diferencia se dobló, disparándose hasta los 16 de desventaja (73-57, 81-65), fusilados desde lejos por un Barça embalado.