El Mediterráneo occidental figura entre las regiones con mayores niveles de presión y peores indicadores ambientales de los mares europeos, que en general están “lejos de alcanzar el objetivo de Buen Estado Ambiental”, según un estudio financiado por la Unión Europea (UE).
Además, el trabajo señala que la falta de transparencia en los datos y la presión humana impiden que Europa alcance ese objetivo en sus mares, especialmente en áreas como el mar de Alborán y el Mediterráneo occidental. De hecho, más de una década después de la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina (MSFD), se alerta del retraso comunitario en los compromisos pactados sobre salud ambiental y de sus consecuencias en la pesca y la regulación climática.
La investigación forma parte del proyecto europeo GES4SEAS (Achieving Good Environmental Status for maintaining ecosystem services), dentro de Horizon Europe, coordinado por el centro tecnológico AZTI y que reúne a 23 socios de 14 países.
Imagen de la costa mediterránea / Agencias
El proyecto se ha ejecutado en 11 áreas piloto en cinco regiones marinas europeas, donde se estudió el grado de cumplimiento de los objetivos ambientales comunitarios en ámbitos como biodiversidad, pesquerías, basura marina y ruido submarino. Sin embargo, la mayoría no alcanza los niveles de salud ecológica establecidos en la directiva MSFD.
Evaluación de los mares europeos
En palabras de Ángel Borja, investigador de AZTI y coordinador del proyecto, “este estudio confirma lo que la comunidad científica viene señalando desde hace años: la UE necesita reforzar su gobernanza marina, basarse más en evidencia científica y actuar de forma coordinada y urgente si quiere proteger sus mares”.
Entre las principales amenazas destacan la sobrepesca, la contaminación, la introducción de especies invasoras y el cambio climático, factores acumulativos que aún carecen de una respuesta eficaz y coordinada, según el informe. Así, mares como el Cantábrico o el Báltico muestran una puntuación de Estado Ambiental baja, cercana al 0, marcada en rojo en los gráficos del estudio.
Opacidad informativa, obstáculo al cuidado marino
En segundo lugar, aunque la Directiva obliga a los Estados miembros a revisar cada seis años el estado de sus aguas marinas y a aplicar planes de medidas, el análisis detecta grandes diferencias en la calidad de los datos y en la aplicación real de esas acciones entre países y cuencas.
Hay algunos avances en regiones como el mar Báltico y el mar del Norte, donde se ha logrado mayor gobernanza ambiental gracias a convenios internacionales como HELCOM (Convenio de Helsinki) y OSPAR (Convenio de Oslo-París), que también han tenido efectos positivos en aguas atlánticas del suroeste europeo, incluidas zonas españolas.
Las especies mediterráneas están en peligro / CARM
En cambio, los resultados no se repiten en áreas con menor transparencia, como el Mediterráneo oriental, lo que limita la capacidad de actuación. “Donde hay cooperación regional e inversión en ciencia, hay avances. Pero en muchas zonas seguimos navegando a ciegas”, afirma -en un comunicado- Athanasios Nikolaou, autor principal del estudio y doctorando en la Universidad del Egeo.
España, entre las ecoregiones más preocupantes
En las conclusiones de la investigación, las aguas marinas de España se encuentran entre las más degradadas de Europa, con bajos niveles de salud ecológica y una alta presión por actividades humanas. En el caso del mar Alborán, se juntan la pesca intensiva, el tráfico marítimo, la contaminación y una cobertura de datos limitada, lo que complica el diseño e implementación de medidas eficaces. Por su parte, pese a contar con evaluaciones internas, el Mediterráneo occidental tiene el índice más bajo de estado ecológico de Europa dentro del estudio.
El informe subraya que la conservación de la biodiversidad marina no solo es clave para el equilibrio ecológico, sino también para garantizar los servicios que los océanos prestan a la sociedad: desde la pesca sostenible hasta la regulación climática, el empleo azul y la salud de los ecosistemas costeros.
Angel Borja, coordinador del proyecto, añade que “la salud de nuestros ecosistemas marinos no puede depender del azar geográfico ni del nivel de compromiso político de cada país” y hace un llamamiento a que las instituciones europeas y nacionales refuercen la vigilancia ambiental, mejoraren la calidad y cobertura de los datos y apliquen políticas coherentes basadas en evidencia científica.
Por ello, la Dirección General de Medio Ambiente, de la Comisión Europea, ya ha contactado a los autores, para presentar próximamente esta metodología y sus resultados a una serie de expertos de todos los países europeos y tomar decisiones para avanzar en la protección del mar.