A veces, los finales no son felices. Por mucho que la historia se escriba sola, que todo salga mejor de lo incluso soñado. Cuando llega el capítulo final, puede torcerse todo. Y es cruel. A veces injusto. Y España ha sido la protagonista de un cuendo de hadas, donde las futbolistas han jugado y ganado, pero contra Inglaterra (1-1; 3-1) no pudieron. No se cerró el círculo. España no pudo con su eterna rival y cayó en una final que se decidió en los penaltis.
Fue un inicio complicado. Posiblemente premonitorio, aunque en ese momento nadie se esperaba lo que ibamos a vivir. España tuvo reparos al salir al verde, un poco tanteando el terreno. No había prisa y el conjunto de Montse Tomé se tomó su tiempo para afianzarse. Cogió el balón y a partir de allí se construyó. Si bien Inglaterra achuchó en la presión y dejó muy pocos huecos por los que combinar, España supo ser paciente. Sabía que tarde o temprano tendría más huecos y, con el dominio absoluto del balón, se conformó (un buen rato) con ser sobre el césped.
Pasaban los minutos y esa calma iba diluyéndose. Hacía falta subirle un punto al partido. Darle dinamismo y profundidad, generar más cosas para superar a la vigente campeona que no se impacientó en ningún momento. Y es que Inglaterra no tuvo en ningún momento la intención de disputarle el fútbol a España. Sabía que no era su lucha, que ahí no podía competir, así que se abonó a crear incomodidad.
Pero ante con una España madura, conforme con lo que ha construido, solo pudo hacer eso. Molestar hasta que las españolas batieron a Hampton. Caracoleó primero Aitana con el esférico pegado a los pies en la frontal. Filtró un pase a Ona Batlle, que se escoró hasta la línea de fondo ante de levantarla tensa y clavada al hueco donde Mariona estaba desmarcada dentro del área pequeña. La de Felanix se elevó y con un testarazo finísimo adelantó a España.
Sonrió Mariona. El guion estaba saliendo a pedir de boca y la selección española pensaba aprovecharlo mientras durara. Para ello, volvió a adormecer el encuentro. Se quedó el balón, lo movió con calma en el centro del campo sin ningún tiempo de intención de insuflar más ritmo del necesario. Los minutos pasaban y eso no solo era bueno para España por el resultado, sino que le permitía medir esfuerzos para que lo estaba por venir.
No había inquietud en el verde. Por parte de ninguna de las selecciones y eso era un mal augurio. Las inglesas tenían la seguridad que sobrevivirían al envite inicial de España. Y es que así lo han hecho esta Eurocopa. Siempre ha llegado ese pase, ese gol, esa acción que ha desbloqueado un partido cuando parecía perdido. Inglaterra creía en ello y España no pudo hacer nada ante eso. Tomé sacó a Alexia del campo para dar paso a Claudia Pina, en una decisión incomprensible por quitar a la dos veces Balón de Oro. Pese al desconcierto, España intentó controlar el balón, pero la sombra de la irremediable cada vez se hacía más grande.
Y llegó. Pese a todo, Inglaterra igualó el marcador. Chloe Kelly apareció de nuevo (tras entrar por Lauren James lesionada) para ser decisiva. Ha sido la mujer que ha marcado la diferencia para el conjunto inglés esta torneo. Le importa un bledo ser diferente, cargarse el equipo a su espalda y tomar la responsabilidad. Penaltis decisivos han sido marcados de sus botas y ante España tuvo que ser ella. Ella solita se la creó para terminar un balón precioso para que Alessia Russo lo rematara con un testarazo poco estético, pero efectivo al fin y al cabo.
Y es que parecía hecho a posta. Esta ha sido la Eurocopa de las prórrogas. Inglaterra ha jugado tres seguidas, en cuartos, semifinales y forzó la de la final contra España. Las de Montse Tomé también tuvieron que disputar el tiempo extra en semifinales contra Alemania. Y la final, con el 1-1 en el luminoso, quedó abocada a la prórroga.
Se volcó España en área rival. Pero ni Salma Paralluelo ni Vicky López encontraron el tono. Ambas selecciones se desquiciaron y las prisas no son buenas amigas en momentos como estos. No consiguieron verlo claro y con una densidad consecuencias del cansancio poco sucedió hasta el 120 del partido. Y la final se fue a los penaltis.
Cata Coll apareció. Como la salvadora que fue en semifinales y paró el primer penalti a Beth Mead tras tener que repetirlo por tocar dos veces el balón. Todo se ponía de cara, pero Mariona se equivocó en su lanzamiento demasiado flojo y claro para Hampton. La guardameta inglesa también adivinó el penalti de Aitana Bonmatí. Pero Cata aguantó a España parando el siguiente, pero no pudo con Chloe Kelly, heroína de Inglaterra, y que selló el título para Inglaterra.
Dolorosa y probablemente injusto. El final de una historia que no está a la altura de lo que se merecen estas jugadoras. Es un golpe duro para un vestuario que ha luchado contra todo y contra todos. Y lo logrado hasta este domingo no se desvanece por la derrota ante Inglaterra. Y es que a veces lo que parece el final tan solo es un capítulo más de la historia que está escribiendo esta generación de oro.