Los bosques de la Amazonía peruana no se están recuperando tras la extracción de oro, no solo porque el suelo está dañado por metales tóxicos, sino porque la tierra ha perdido sus recursos hídricos. Un método de minería habitualmente empleado para obtener este metal, conocido como minería de succión, modifica el terreno de forma que drena la humedad y retiene el calor, creando así condiciones extremas donde ni siquiera las plántulas replantadas pueden sobrevivir.
Estos descubrimientos, publicados en la revista Communications Earth & Environment, explican por qué los esfuerzos de reforestación en la región han tenido tantas dificultades.
El proceso minero seca la tierra, volviéndola inhóspita para los nuevos árboles”
Josh West
— Universidad del Sur de California
“Sabíamos que la degradación del suelo ralentiza la recuperación forestal”, afirmó Josh West, uno de los autores del estudio y que es explorador de National Geographic, además de profesor de Ciencias de la Tierra en la Universidad del Sur de California (USC). “Pero esto es diferente. El proceso minero seca la tierra, volviéndola inhóspita para los nuevos árboles”.
Una de las explotaciones mineras investigadas para el estudio / USC
El equipo estudió dos yacimientos mineros de oro abandonados en la región peruana de Madre de Dios, cerca de la frontera con Brasil y Bolivia. Utilizaron drones, sensores de suelo e imágenes subterráneas para comprender cómo la minería de succión transforma el terreno. Esta técnica, habitualmente utilizada en explotaciones a pequeña escala y, a menudo, de tipo familiar, destruye el suelo con cañones de agua a alta presión.
El sedimento desprendido se canaliza a través de compuertas que filtran las partículas de oro, mientras que el material más ligero, incluyendo la capa superficial rica en nutrientes, va siendo arrastrada fuera del terreno, quedando depositados en gigantes estanques, algunos tan grandes como campos de fútbol, y también formando imponentes montones de arena de hasta nueve metros de altura.
Este tipo de minería es aún más dañino que el de excavación, según los expertos
A diferencia de la minería de excavación, que se utiliza en otras partes de la Amazonía y puede preservar parte de la capa superficial del suelo, la minería de succión deja poco espacio para el crecimiento de nuevos árboles.
Para medir la humedad y la estructura del suelo, los investigadores utilizaron imágenes de resistividad eléctrica, una técnica que rastrea la facilidad con la que la humedad se mueve a través del suelo. Descubrieron que los montones de arena actúan como verdaderos tamices.
Paisaje de una explotación minera de oro en la Amazonía / Agencias
El agua de lluvia se drena a través de ellos hasta 100 veces más rápido que en suelos no alterados. Estas áreas también se secan casi cinco veces más rápido después de las lluvias, dejando así poca humedad disponible para que crezcan nuevas raíces.
Hasta 60ºC en la zona de las excavaciones
Para comparar las condiciones que se producen en estas zonas, el equipo instaló sensores en terrenos de diferente naturaleza (suelos arenosos y arcillosos, bordes de estanques y bosques no alterados) y descubrió que los sitios deforestados eran considerablemente más cálidos y secos. En los montones de arena acumulados en la zona de excavaciones, las temperaturas superficiales alcanzaron los 60 °C.
En estas condiciones, el resurgimiento de la naturaleza es muy difícil: “Es como intentar cultivar un árbol en un horno”, dijo West.
Cámaras térmicas instaladas a bordo de drones mostraron cómo el suelo árido literalmente se cocía bajo el sol, mientras que las áreas boscosas cercanas y los bordes de los estanques se mantenían significativamente más frescos. “Cuando las raíces no encuentran agua y las temperaturas superficiales son abrasadoras, incluso las plántulas replantadas simplemente mueren”, dijo Atwood. “Es una de las principales razones por las que la regeneración es tan lenta”.
Mosaico de imágenes del área objeto de estudio / USC
Aunque el equipo observó cierta regeneración cerca de los bordes de los estanques y en zonas bajas, grandes franjas de tierra permanecieron desnudas, especialmente donde se encuentran los montones de arena. Estos lugares, que están más alejados del nivel freático y pierden humedad rápidamente, son más difíciles de reforestar.
El 10% de la deforestación amazónica es por el oro
Entre 1980 y 2017, la minería de oro a pequeña escala destruyó más de 95.000 hectáreas —un área siete veces mayor que San Francisco (EEUU)— de selva tropical en la región de Madre de Dios. En la Reserva Nacional Tambopata y sus alrededores, las operaciones continúan expandiéndose, amenazando tanto la biodiversidad como las tierras indígenas. En toda la Amazonía, la minería de oro representa actualmente casi el 10% de la deforestación.
Los investigadores aconsejan ciertas prácticas para atenuar los impactos causados por esta actividad. Aplanar los montones de arena creados y rellenar los estanques abandonados podría acercar las raíces de los árboles a las aguas subterráneas, mejorando la retención de humedad y estimulando la regeneración. Si bien la erosión natural podría llegar a conseguir el mismo efecto, el proceso sería demasiado lento para satisfacer las necesidades urgentes de reforestación. “Solo hay una selva amazónica”, afirmó West. “Es un sistema vivo único en la Tierra. Si la perdemos, perderemos algo insustituible”.