5 febrero, 2025

Evangelio de hoy, miércoles 5 de febrero de 2025: Qué no es éste el carpintero, el hijo de María

En la misa, la Liturgia de la Palabra es uno de los momentos centrales de la celebración. En este punto, se leen los pasajes de la Biblia que permiten adentrarse en las enseñanzas de Jesucristo.

Compartimos los textos del miércoles 5 de febrero de 2025 publicados por el sitio web del Vaticano.

Evangelio. (Web)

Liturgia del 5 de febrero de 2025: Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos

Hebreos 12, 4-7. 11-15

Hermanos: Todavía no han llegado ustedes a derramar su sangre en la lucha contra el pecado, y ya se han olvidado de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos, diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?

Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y santidad.

Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; caminen por un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien, se alivie.

Esfuércense por estar en paz con todos y por aquella santificación, sin la cual no es posible ver a Dios. Velen para que nadie se vea privado de la gracia de Dios, para que nadie sea como una planta amarga, que hace daño y envenena a los demás.

Lectura del santo evangelio según san Marcos

Marcos 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?” Y estaban desconcertados.

Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.

5 DE FEBRERO, SANTA ÁGUEDA

Según la página oficial del Vaticano, el Santo del día es una reseña diaria de los santos guardados en la memoria de la Iglesia. Hoy se recuerda a Santa Águeda.

Santa Águeda nació en el año 235 en las laderas del Etna, en una familia noble y rica. Desde joven, manifestó su deseo de consagrarse a Dios y recibió el “flammeum”, un velo rojo distintivo de las vírgenes consagradas. Se dice que también fue diaconisa y servía a la comunidad cristiana. En el año 250, durante la persecución del emperador Decio contra los cristianos, el procónsul Quinciano se encaprichó de ella, lo que marcó el inicio de su martirio.

Para doblegar su fe, Quinciano la entregó a una cortesana para que la corrompiera, pero Águeda se mantuvo firme en su devoción. Fue sometida a juicio, donde defendió su fe con valentía. Ante su negativa a renegar de Cristo, Quinciano ordenó crueles torturas, incluyendo la mutilación de sus pechos. A pesar de esto, según la tradición, San Pedro la sanó milagrosamente en prisión. Finalmente, fue condenada a morir sobre carbones ardientes, donde entregó su espíritu el 5 de febrero de 251.

Un año después, una erupción del Etna amenazó Catania, pero la lava se detuvo milagrosamente cuando colocaron el velo de Águeda ante ella. Este prodigio consolidó su culto y la convirtió en la patrona de la ciudad. Sus reliquias se conservan en la catedral de Catania, y su devoción se extendió rápidamente.

Santo del día: Santa Águeda. (Web)

Oración a Santa Águeda

¡Oh gloriosa virgen santa Águeda! Humilde esclava del Señor de los señores y magnánima apreciadora de su humildad.

Os ruego humildemente, me alcancéis de vuestro dulce Esposo un corazón muy humilde y al mismo tiempo magnánimo, que aprecie sobre todo lo creado la gracia que mi señor Jesucristo me mereció con el precio infinito de su divina sangre.

Abogada os considero de los verdaderos humildes, así como lo mostrasteis premiando a una devota y humilde mujer, que veneraba en su casa vuestras sagradas reliquias, y ensordeciendo dolorosamente a otra, que con soberbia dijo, no quería ir a vuestro sepulcro a daros culto y veneración.

Haced, Santa mía, que mis palabras, obras y traje respiren y rebosen humildad; y dadme una solución para las necesidades que sufro, que son urgentes y graves, ya que Vos por generosa gracia, siempre atendisteis a los necesitados prestando protección y ayuda, y asimismo sea mi corazón tan magnánimo, que pierda, si necesario fuere, hasta la vida por mantener la gracia de Dios, con la cual alcance la eterna bienaventuranza.

Amén.

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