“Las personas LGTBI nos hacemos mayores” es el título de la conferencia que Federico Armenteros ofreció el Claustro de Alicante. Esta iniciativa podría tener su réplica en la provincia, que este sábado celebra la manifestación del Orgullo en la capital alicantina
¿Cómo surgió este proyecto de residencia para mayores?
Ha costado llegar hasta aquí porque es un proyecto que empezó desde la cabezonería. Había una necesidad social pero solamente lo veíamos ciertas personas. Se nos estaba intentando decir que ya éramos iguales, lo mismo que pasa con el tema de la mujer. Sois iguales ¿desde cuándo? Todavía nos queda un camino. No quiere decir que no estemos en ese proceso pero hay que animar y empujar para que esa igualdad y esa equidad sobre todo sean reales porque se puede hacer.
¿Cuál fue el primer escollo?
El tema de los guetos. Nos decían: ¿queréis hacer guetos? Lo primero, hay que ver qué es un gueto, un sitio donde te meten en contra de tu voluntad. Pero cuando tú te juntas, es algo en común. Los curas lo tienen, el Ejército lo tiene y no le dicen a los curas que se han metido en un gueto. Pues lo mismo que nosotros, tenemos unas necesidades diferentes, distintas. Estamos construyendo una sociedad inclusiva, pero hay que empezar a educar en esa inclusión.
Apartados y solos
¿Por qué existe necesidad de residencias LGTBI?
Porque personas mayores que estamos vivas, con 70, 80 o 90 años hemos tenido una vida como muy al margen. Hemos sido odiados, apartados de la familia, de la sociedad, del trabajo. Todo eso te marca una huella psicológica, social, personal. Nos han educado en la soledad. Al decirte, como cuando eras pequeño, eres tan raro, tan malo, que te vas a quedar solo, ¿quién se va a casar contigo? ¿quién te va a querer? Ya te han metido ese miedo. Entonces, te quedas solo. Y por edad se te van muriendo las personas que están a tu alrededor. Te encuentras con un colectivo de mayores muy abandonado, enfermo y sobre todo pobre. Nos echaban de los empleos cuando se sabía que éramos maricones. Eso no le ha pasado al hetero, no le han metido a la cárcel por amar. Nosotros no podíamos expresar nuestros afectos y eso tiene un precio emocional.
“Nos han educado en la soledad. Al decirte, como cuando eras pequeño, eres tan raro, tan malo, que te vas a quedar solo, ¿quién se va a casar contigo? ¿quién te va a querer? Ya te han metido ese miedo”
¿Es algo que sigue ocurriendo?
Con el VIH y en la pandemia se nos morían nuestras parejas y no hemos tenido derecho ni a enterrarlos porque nos lo quitaba la familia y nos decían: “tú eres el culpable, tú eres el que le has matado», todo eso desde el odio . Tampoco podíamos tener una pensión de viudedad, que no era permitida. Todo lo que hemos luchado. Todavía desde la política no se nos ha restituido. Con la ley de vagos y maleantes y la ley de peligrosidad social hacían cárceles o centros específicos para meternos. Cuando hay represión, rápidamente todo el mundo lo entiende, pero para vivir libres es un gueto. Hay que hacer un poco de pedagogía con la sociedad, cuando se lo explicas la gente lo entiende perfectamente. Tenemos muchas enfermedades mentales que nos han provocado y te provoca la soledad, ese decir no tengo ganas ni de vivir, quiero morir cuanto antes, el suicidio, las depresiones, todo eso. Tienes que estar con personas que realmente eso lo puedan entender, que te acompañen en esos últimos momentos o los últimos años que te quedan y que puedas vivir dignamente. El personal tiene que estar formado en diversidad. Estamos intentando que otras residencias se sumen al carro y que sean inclusivas. No queremos quedarnos solos.
Discriminación
¿Hay discriminación en los geriátricos hacia las personas LGTBI?
Una chica nos contó que en la residencia donde está su tío, que tiene movilidad reducida, se han enterado de que es del colectivo y sus coetáneos están llamándole sidoso, degenerado, pederasta. No solo hay que trabajar con el personal, también con los usuarios, decirles que esto de la heteronormatividad ha terminado. Estamos también y somos parte de esta sociedad, han intentado anularnos o borrarnos, pero somos parte, tan importante como cualquier otra, no somos ni más ni menos. Queremos construir esta sociedad desde el respeto, la oportunidad, la igualdad, la equidad, eso es lo que estamos intentando. Mientras no lleguemos a todo eso, hay que atender a las personas desde una dignidad, y que uno se sienta tranquilo, en un sitio donde se le valore, no en un sitio donde le estén machacando.
“Una chica nos contó que en la residencia donde está su tío, que tiene movilidad reducida, se han enterado de que es del colectivo y sus coetáneos están llamándole sidoso, degenerado, pederasta”
¿En qué momento está el proyecto de la residencia?
Estamos en una fase más burocrática otra vez con los permisos que habían caducado y nos quedan como dos o tres meses para ultimar la reforma, porque ya llevamos 5 años con la obra. Estamos ilusionados y con el compromiso de inaugurarla el 26 de diciembre de este año, va a ser un hito porque han pasado 50 años desde que nos quitaron de ser peligrosos a tener un recurso específico. Es un momento histórico. Tendrá 62 plazas, en el barrio de Villaverde, en Madrid. Con un poquito de todo, personas con demencia, personas dependientes, porque son los primeros que se lo merecen para estar atendidos adecuadamente, con plazas privadas y concertadas.
¿Entrarán personas no LGTBI?
Es un sitio de respeto, donde la diversidad es un valor. El ser hetero tiene que ser considerado también como un valor, pero no único. Dentro de los colores también estás tú. No podemos discriminar como nos han discriminado a nosotros. Luego tenemos padres, madres del colectivo que tienen sus hijos, hijas e hijes. Si han luchado con nosotros, ¿cómo no les vamos a decir este es vuestro espacio? Si queremos cambiar la sociedad no podemos decir que no entren las personas heterosexuales.
Otra imagen de Federico Armenteros durante su estancia en Alicante / Pilar Cortés
Educador social
¿Cuántos años ha trabajado en el ámbito de los servicios sociales?
40 años como educador social, con minorías étnicas, con juventud, con mayores, con infancia, con mujeres, he pasado por todo. Por eso vi que se necesitaba la residencia, que era una realidad a la que no se le estaba dando respuesta. Y ahora mismo tengo ahí 19 personas contratadas, es una empresa que es rentable y la residencia también va a dar como 60 puestos de trabajo.
¿La Comunidad de Madrid les ha dado facilidades?
Sí, la Comunidad nos dio el edificio, una cesión a 30 años, y 2.400.000 en subvenciones. Estoy convencido de que el modelo se extenderá a otras provincias. Nos van a mirar, vamos a estar en el ojo del huracán, pero estamos muy tranquilos porque es romper el hielo.
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