17 julio, 2025

Lamine Yamal, el nuevo 10, renueva de la mano de su abuela Fátima: “El Barça es toda mi vida”

Lamine Yamal subía las escaleras de las oficinas del Camp Nou de la mano de su abuela paterna, Fátima. No podía faltar. Estaba ante uno de los momentos de su vida, y ella tenía que estar junto a él. El icono del Barcelona, el nuevo número 10 estampado ya en la camiseta azulgrana para gloria del negocio mercadotécnico, escenificó su renovación con el Barcelona hasta el 30 de junio de 2031. Lo hizo acompañado de su círculo más cercano. Es decir, sus padres (Mounir Nasraoui, alias Hustle Hard, y Sheila Ebana), hermanos, primos y amigos que le siguen allá donde va. También asomó Jorge Mendes, el agente que ha negociado el multimillonario contrato del adolescente de oro.

“Es un sueño que tenía desde pequeño. Mi familia y yo estamos muy felices”, se congratulaba Lamine Yamal a los medios oficiales del club, muy enjoyado y trajeado para la ocasión. “El Barça es toda mi vida. Llevo desde los siete años aquí. Estoy cumpliendo un sueño“, continuaba, mientras lanzaba una promesa a la hinchada azulgrana: “Tengo muchas ganas de jugar en el nuevo estadio. Ganaremos, seguro”.

A la velocidad de la luz, Lamine Yamal se ha convertido en una superestrella que traspasa los marcos de influencia del Barcelona. Con los 18 años recién cumplidos, su imagen se ha globalizado y ya se proyecta en espacios que superan los contornos del deporte. Es un futbolista que ha cautivado al mundo futbolístico, hasta el punto de ser elevado a aspirante al Balón de Oro, y ha enganchado a nuevos públicos, convirtiéndose en un referente generacional. Su personalidad abierta y desacomplejada propulsa, además, su magnetismo comercial.

Lamine Yamal ha pasado en poco tiempo de vivir en La Masia a independizarse en un piso de la localidad de Sant Just Desvern, y de ser un acompañante en el ataque a erigirse en el foco principal de la creatividad ofensiva. La ambición que transmite es máxima, de ahí que en el primer día de vuelta a los entrenamientos dijera que quiere ganar los dos títulos que le faltan, la Champions con el Barça y el Mundial con la selección, y que los quiere ya.

Mi mentalidad me dice que tengo que ir a ganar. No me pasa por la cabeza que tengo muchos años por delante: quiero ganar ahora y lo daré todo por hacerlo”, dijo con ese atrevimiento tan singular a los medios del club. Y esa mentalidad carente de miedo le ha llevado a aparcar el 19 y asumir el peso del 10 en la camiseta azulgrana. El 10 que sepultó a Ansu Fati (más las lesiones que el número en sí) fue glorificado por Leo Messi como nunca nadie en la historia del Barcelona. Antes le dieron brillo mitos como Maradona, Romário y Ronaldinho.

Ahora es el turno de Lamine Yamal, quien este miércoles oficializó el cambio del guarismo a su espalda. Una forma de escenificar que el adolescente de padre marroquí y madre guineana es ya, pese a su mayoría de edad recién adquirida, la imagen identificativa de una entidad acostumbrada a acoger a grandes mitos del fútbol.

El delantero de Rocafonda se volvió a presentar a las oficinas del Barcelona, como ya hiciera a finales de mayo cuando prolongó su contrato hasta el 2031. Concluirá cuando tendrá 23 años. Entonces no permitió que se divulgaran las imágenes tradicionales, porque, según explicó el club, faltaban su abuela paterna, Fátima, y su hermano Keyne.

Este miércoles el entorno al completo del futbolista -familiares directos e indirectos, amigos, representantes y asistentes- se reunió para inmortalizar un contrato que, bien administrado, solventará su situación económica de por vida. Pasa de ganar casi dos millones de euros a casi 20 anuales, incentivos al margen. La proliferación de sonrisas estaban más que justificadas.

Si el ruido generado por la extravante fiesta de cumpleaños le ha afectado de algún modo, no lo transmitió. A las críticas por la contratación de personas con enanismo, a las que se ha unido hasta una ministra, él ha respondido difundiendo más imágenes del día de marras en sus redes sociales. Lejos de esconderse, como quizá actuarían unas generaciones atrás, Lamine Yamal exhibe su felicidad posando como un gángster, temática de la juerga.

Quizá la única forma de analizar la situación es que se trata de nuevos tiempos y nuevas pautas de comportamiento. Y que después del sarao y de unas vacaciones exprimidas hasta el final, con viajes de Brasil a China, y de la ceremonia de la renovación, su fútbol volverá a hablar. Y si algo tranquiliza en los pasillos de la entidad azulgrana es que en el campo y en los vestuarios, el comportamiento de Lamine Yamal resulta por ahora intachable.

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