La renta de los mayores de 65 años españoles es un 6,4% superior a la del conjunto de la UE para este segmento de edad y la ventaja (a favor de los españoles) aumenta con su nivel de formación. Así, por ejemplo, la ventaja de renta se eleva hasta el 26% en el caso de los mayores españoles con estudios medios y al 18% para los que cuenta con formación superior.
Sin embargo, en la franja de edad entre 18 y 64 años ocurre lo contrario. En este caso, la renta española mediana es, a igual nivel educativo, un 7,3% más baja en España que la de la UE-27 (teniendo en cuenta, siempre, el nivel de precios de cada país).
Estas son algunas de las conclusiones de la monografía ‘Formación, transición digital y calidad de vida de los mayores en España’ publicada este miércoles por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), en la que, además, afloran algunas de las cuestiones que definen la brecha generacional entre el tramo de población más joven y el de más edad. El estudio ha sido dirigido por los investigadores del Ivie, Lorenzo Serrano y Ángel Soler, con el apoyo de las economistas del Instituto Laura Hernández, Jimena Salamanca e Irene Zaera.
Pensiones generosas
Según los autores, “unas pensiones relativamente generosas respecto al salario, con una pensión mediana próxima al 80% del salario mediano de los mayores en España, frente a menos del 60% para la media de la UE-27″, están en el origen de la ventaja comparativa a favor de los españoles de más de 65 años.
Esta ventaja tendría poco que ver con la obtención de rentas salariales, ya que la tasa de actividad en España por encima de los 65 años es muy escasa. Apenas alcanza un 3,7%, poco más de la mitad de la media europea (6,6%).
Según el informe, la “generosidad” de las pensiones y el todavía escaso recurso al empleo a tiempo parcial (el 11,6% del empleo de los mayores en España, frente al 23,9% medio de la UE-27) frenan la tasa de actividad entre los mayores.
La cuantía de las prestaciones sociales también contribuye a explicar que el porcentaje de mayores de 65 años con dificultad para llegar a fin (15,9%) sea la mitad del que afecta al colectivo entre 18 y 64 años (32,2%).
Ni estudio ni trabajo
En todo caso, los autores alertan de la elevada cifra de mayores que ni estudia ni trabaja en España (‘ninis’). Habitualmente se señala el porcentaje de ‘ninis’ entre los jóvenes, que alcanza el 16,1% en la franja de edad entre los 25 a 34 años. Sin embargo, los autores hacen notar que el peso de los ‘ninis’ se eleva hasta el 38,1% entre las personas de 55 a 64 años, edades previas a la habitual de jubilación, y al 90,4% en el caso de los mayores entre 65 y 74 años.
Los mayores de 55 años concentran el 45% de los casos de desempleo de larga duración (superior a dos años). “Además, cuando consiguen nuevos empleos, estos suelen ser de menor calidad que los de los mayores que han mantenido su empleo y peores también que los de los jóvenes que se acaban de incorporar al mercado de trabajo”, constata el informe. El estudio también detecta un menor interés de las empresa por formar a sus empleados más mayores.
Brecha generacional de doble dirección
Para quienes sí están ocupados, se concluye que la situación laboral es más favorable para los mayores que para los jóvenes con el mismo nivel de estudios. En estas condiciones, el salario de los mayores es un 11,9% más elevado que el de los trabajadores de 25 a 54 años, y la diferencia crece hasta el 25% para los titulados superiores.
“Los mayores más formados participan más en el mercado laboral y prolongan más su vida laboral. Esto les permite alcanzar niveles de renta más elevados y también acumular más riqueza, lo cual les garantiza un mayor estado de seguridad económica y reduce su riesgo de pobreza y de exclusión social”, sostiene Lorenzo Serrano. “En definitiva, la formación es un factor clave para impulsar el bienestar de los mayores, así como su contribución al resto de la sociedad. Una contribución que cada vez va a ser más importante y va a resultar más necesaria”, concluye el economista. En su análisis, el estudio toma como punto de partida microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida y de la Encuesta de Población Activa (EPA), entre otras fuentes.