Uno de los efectos más visibles de la inflación es la pérdida de poder adquisitivo, sobre todo entre quienes ya contaban con presupuestos ajustados. La cesta de la compra se ha convertido en un desafío diario para muchas familias y la diferencia entre llegar o no a fin de mes pasa en gran medida por la manera en que se gestionan los gastos del hogar.
Frente a este escenario dos caminos resultan claves: un control riguroso de las finanzas personales y un plan de ahorro realista que incluya la alimentación, uno de los principales focos de gasto y, al mismo tiempo, un terreno fértil para recortar sin perder calidad.
Con esa idea en mente la Universidad de Rhode Island ha publicado una guía práctica con 16 consejos para ahorrar en el supermercado, orientados no solo a gastar menos, sino también a consumir de manera más consciente y sostenible.
Entre las recomendaciones destaca mantener siempre una lista de la compra para evitar las compras impulsivas y reducir los viajes innecesarios, así como revisar lo que se tira a la basura para detectar posibles desperdicios. Otro consejo simple pero efectivo es no ir de compras con hambre, ya que esto empuja a llenar el carrito más de lo necesario, mientras que preparar y llevar el almuerzo desde casa puede suponer un ahorro notable frente a comer fuera.
La guía también recomienda aprovechar los cupones de forma inteligente, verificando siempre las fechas de vencimiento de los productos en oferta y evitando caer en la trampa de los alimentos preparados, que suelen ser más caros y duran menos que sus versiones enteras. A la hora de probar nuevos productos se sugiere hacerlo en envases pequeños, mientras que en el lado contrario, comprar a granel puede ser buena idea siempre que el precio lo justifique y se consuma antes de que caduque.
Otro punto clave es optar por marcas blancas, que ofrecen la misma calidad nutricional que las reconocidas pero a un precio menor, así como informarse antes de cocinar alimentos nuevos para evitar errores que terminen en la basura. El registro de los bocadillos es otro aspecto que puede marcar la diferencia, ya que muchos snacks procesados encarecen la compra, mientras que opciones más sencillas como frutas o galletas saladas son más asequibles.
La universidad recuerda además la importancia de planificar menús en torno a los productos en oferta, especialmente en carnes u otros alimentos de precio elevado que se pueden congelar. Reducir las bebidas que son más caras como refrescos, cafés de lujo o agua embotellada también representa un ahorro considerable, sobre todo si se sustituye por una botella reutilizable. Y por último aconsejan estar atentos a las tentaciones en la caja, ya que dulces y bebidas suelen inflar el gasto final sin aportar verdadero valor.