La diferencia esencial entre Trump y Sánchez es que el primero ha ganado y el segundo va a perder. Sin embargo, cuando el español ganó por última vez, el norteamericano estaba desahuciado. Por tanto, la resurrección del primero es una enseñanza para el segundo. No se emplea un término bíblico caprichosamente. El presentador saludó al presidente 45 y 47 de Estados Unidos con un inapelable “miren lo que ha hecho Dios”. Y aprovechó a continuación el hilo directo con la divinidad para dirigirse al Creador. “Solo Tú has salvado su vida, con Tu mano poderosa“.
En ningún caso se pretende que Sánchez abdique de sus convicciones laicas, que le impiden creer en la resurrección de las personas de derechas. De hecho, Trump eludió apelaciones al más allá, porque se niega a compartir su victoria ni con la divinidad. De ahí que el 45 y 47 concretara en que acabará “con la viciosa utilización como un arma política de nuestro sistema judicial”. Se refería al centenar de delitos con 34 condenas que se abatieron sobre su persona, y aquí se disparan las semejanzas con la peripecia del presidente del Gobierno español, también asaeteado en las figuras de sus familiares y nombramientos.
Una interpretación moderada del regreso de Trump dictaminaría que se ha sobrepuesto a los escollos judiciales. Es una visión insuficiente, porque utilizó como trampolín o bumerán la catarata de querellas, en su mayoría indignas de ser descargadas sobre un expresidente. El 45 no hubiera vuelto para ser 47 sin la sed de venganza contra sus enemigos.
En la traducción al español, es hipócrita denunciar el acoso judicial a Sánchez como hacen los progresistas de buena voluntad, para lamentar a continuación que esa misma beligerancia judicial o ‘weaponisation’ no haya cancelado al nuevo y viejo presidente americano. En política solo curan los votos, encauzados o no por la voluntad divina. Nadie imaginaba que Trump contara con apoyos suficientes, y todos creen que Sánchez carece de ellos. Al abrirse las urnas o tumbas, el presunto cadáver se yergue y dice como Muhammad Ali que “es difícil ser humilde cuando eres tan grande como yo”.