6 junio, 2025

Trump y Musk: crónica de un divorcio anunciado

Nadie dudaba de que el romance político entre Donald Trump y Elon Musk acabaría no solo en un divorcio sino en un choque feroz y explosivo entre dos hombres con egos desorbitados. Pocos anticiparon que se produciría de forma tan vertiginosa y con una explosión tan radical. 

Hace una semana justo, un acto de los dos en el Despacho Oval marcaba la salida con honores de Musk de su papel como empleado especial del gobierno. Trump le llamaba “uno de los más grandes líderes empresariales e innovadores que el mundo ha producido nunca” y le entregaba una llave dorada con la insignia de la Casa Blanca. Musk prometía seguir siendo “amigo y asesor” del presidente.

Este jueves, la luna de miel que ya había ido dando lugar a un distanciamiento se ha transformado en la ruptura total y en un descenso al fango. En una épica lucha en público a través de declaraciones y mensajes en sus propias redes sociales todo ha saltado por los aires. Y entra en una fase llena de riesgos para ambos una relación que ha estado marcada por la intensidad.

El romance, la campaña y DOGE

El 13 de julio de 2024, poco después del atentado en un mitin de Butler (Pensilvania) en que Trump esquivó por milímetros una bala, Musk dio públicamente su apoyo al entonces candidato republicano. 

El titán de Silicon Valley, que en el pasado había apoyado a demócratas y causas progresistas, culminaba así el giro no solo hacia Trump sino hacia la ultraderecha, que había ido quedando manifiesto especialmente desde su compra de Twitter.

Solo un mes después Trump sugería por primera vez que Musk podría tener un papel en su Casa Blanca. Y cada día que pasaba ganaba fuerza la relación.

Musk, que estableció un Supercomité de Acción Política y acabó donando un récord de cerca de 280 millones de dólares para apoyar la candidatura de Trump, participó en octubre por primera vez en un mitin, precisamente de vuelta en Butler, con una gorra MAGA (el movimiento Hacer EEUU grande de nuevo).

La noche de la victoria electoral del republicano la pasó con Trump en Mar-a-Lago. 

Una semana después de la elección Trump anunció la creación de lo que bautizó como Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por sus siglas en inglés) a cuyo frente estarían Musk y Vivek Ramaswamy (que no tardó en caer de los planes).

Ese ente dentro del gobierno (que no en sí una agencia, pues solo las puede crear el Congreso) Musk se suponía que iba a identificar gasto inútil y corrupción del gobierno y recortar agencias, programas y personal. 

El 20 de enero, primer día de la presidencia y jornada en la que Musk realizó un saludo nazi en uno de los actos de la toma de posesión, el mandatario firmó la orden ejecutiva de creación de DOGE (un acrónimo que es también un guiño a una memecoin).

LA PRESIDENCIA

El poder de Musk desde el primer momento fue inusitado. Con estatus de “empleado e especial del gobierno”, que como tal no estaba sometido a las mismas obligaciones y controles que miembros formales de la Administración, empezó a debilitar programas y agencias (en muchos casos implicadas en la regulación de sus negocios).

Hubo choques con los secretarios de Departamentos y demandas por sus acciones y despidos masivos, o por el acceso a información sensible de los estadounidenses que sus jóvenes añiados podían alimentar a herramientas de inteligencia artificial, pero Trump se mantenía firme en su respaldo a Musk, e incluso seguía incrementando su poder. 

El 11 de febrero el empresario compareció en la primera rueda de prensa conjunta con el presidente en el Despacho Oval y, una semana después, los dos dieron una entrevista televisiva (algo que, a día de hoy, Trump no ha hecho aún con el vicepresidente, J.D. Vance). Ese mismo mes Musk llegó a escribir en X: “Amo a @realdonaldtrump todo lo que un hombre hetero puede amar a otro hombre”.

El presidente, además, respaldó públicamente no solo a Musk sino a una de sus grandes empresas, Tesla, cuando esta se convirtió en objeto de ataques y boicots como castigo a las políticas de Musk, y llegó a hacerle un acto promocional indescriptible anunciando una compra de uno de sus coches en la Casa Blanca. 

LOS PROBLEMAS CRECEN

Pese al abrazo efusivo del movimiento conservador de Musk que se evidenció en la cumbre de CPAC (donde blandió la motosierra que le regaló Milei), o el respaldo público que le seguía dando Trump, en el presidente sí habían empezado a calar las quejas de otros miembros del gabinete sobre las acciones del empresario. Además, Trump comprobó el lastre político que podía llegar a representar en abril cuando, en unas elecciones para el Supremo de Wisconsin, el candidato que Musk había apoyado con millones de dólares cayó contundentemente derrotado.

Ese mismo mes, tras presentar unos resultados donde se vio que el beneficio de Tesla había caído un 71%, y bajo enorme presión de sus accionistas, Musk anunció que reduciría su tiempo en DOGE, un paso que se convirtió en anuncio de salida definitiva del trabajo para el gobierno a finales de mayo.

LA DEBACLE

Musk ya llevaba un tiempo realizando críticas a polítias económicas de Trump. Primero las hizo a la guerra comercial y los aranceles, a los que atribuyó haber provocado pérdidas significativas a Tesla, Luego elevó la dureza para referirse al megaproyecto de ley presupuestaria y fiscal que Trump intenta sacar adelante. Y el martes las escaló significativamente al tildar esa propuesta de ley de “abominación repugnante”.

Ese día sugirió también que en las legislativas de 2026 podría apoyar campañas para intentar derribar a los congresistas republicanos que voten por la ley. Anteriormente, había prometido donar 100 millones de dólares a grupos controlados por el equipo de Trump para esas elecciones, en las que se renueva la Cámara Baja y un tercio del Senado.

Este jueves, cuando a Trump le han preguntado por las críticas de Musk durante su comparecencia en el Despacho Oval junto al canciller alemán Friedrich Merz, el mandatario ha respondido mostrando su “decepción”. Musk ha empezado a contestarle en tiempo real en X. Trump luego ha seguido respondiéndole con mensajes en Truth Social. Y a ojos del público se ha producido la explosión nuclear: de amenazas de castigar a empresas de Musk retirándole contratos y subvenciones del gobierno al anuncio de Musk de la “bomba”: la acusación (sin ofrecer pruebas) de que Trump aparece en los archivos sobre el depredador sexual Jeffrey Epstein (que el gobierno había prometido hacer completamente públicos pero que no ha desclasificado aún).

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