“Elegí la orientación Construcciones porque decían que era la más difícil. Y me gustan los retos. Por eso elegí también esta escuela, que es técnica”, le dice a Clarín la misionera Victoria Rojas (17). Esa actitud denota, de algún modo, el empuje que tiene esta joven posadeña, que acaba de quedar entre los 50 mejores estudiantes del mundo en un premio global que entrega 100.000 dólares al ganador. Compitió contra 3.851 postulaciones de 122 países y es la primera mujer argentina en quedar finalista.
Repasando su vida, vía telefónica, es fácil advertir que su corta trayectoria se divide en dos partes. Una, cuando era más chica -hasta los 15 años- volcada a las ciencias duras y la literatura. Y la otra, -más reciente, orientada a proyectos vinculados a liderazgo y ciudadanía global.
A los 15 inició su “etapa de ciudadanía”. Empezó a participar en el modelo de Naciones Unidas, en el que los alumnos tienen que tomar la voz de un país ante un conflicto o situación. Le fue muy bien y eso le abrió la puerta al Parlamento Juvenil del Mercosur, donde dio su primer discurso representando a Misiones.
Victoria dice que “ahí arrancó todo, como una bola de nieve que fue llevando de una cosa a la otra”. Y cuenta que tras su paso por el Mercosur fue seleccionada para participar del programa “Jóvenes Embajadores 2022”, una iniciativa de desarrollo de liderazgo organizada por la Embajada de los Estados Unidos, que lleva a secundarios destacados a distintas ciudades de ese país.
Entusiasmada con todo lo que le pasaba y lograba, y junto a otros compañeros, creó “INNOVATY” (innovación + “aty” -“equipo” en guaraní-), una suerte de incubadora de proyectos para jóvenes que se proponen solucionar problemas concretos.
Detrás de escena
La familia de Victoria explica mucho de su actual momento. Cuenta que la integran su papá y su mamá (ambos docentes), su hermano menor “Jere” (que está por cumplir 15), y también sus “tres perritos”.
Atención a los padres, porque son los grandes protagonistas detrás de escena de esta historia. Él es docente de ajedrez y de informática; y ella de artes plásticas, ahora estudia psicología y le interesa mucho el arte terapia. Victoria parece haber tomado lo mejor de los dos: la parte racional por un lado y la creativa por el otro.
– ¿Por qué elegiste construcciones?, le pregunta Clarín.
– Primero porque decían que era la más difícil. Y me gustan los retos. Y también porque era la que más complementaba con mi personalidad, porque mezclaba tanto la parte teórica de los cálculos con lo creativo para hacer realidad espacios. Y la transversalidad entre todas las materias es increíble. Eso me encanta.
Victoria cuenta que, cuando termine la secundaria, piensa seguir estudiando. Y que está pensando en distintas opciones, que van de Arquitectura a Relaciones Internacionales. Otra vez, la mezcla entre lo creativo y lo racional.
Claro que antes tiene previsto un gran proyecto, como es un viaje que hará en octubre a Dubai, para participar en un modelo de Naciones Unidas internacional, algo así como el mundial de ese modelo de estudio en donde cientos de estudiantes de todo el mundo debatirán las principales cuestiones de la agenda política internacional.
– ¿Qué te gustaría decirles al resto de los estudiantes argentinos?
– Con mis compañeros, tenemos un lema que es “inconformistas innovando en comunidad”, que hace referencia a lo que muchas veces vemos en nuestro entorno: las quejas constantes. Que si bien son buenas, porque el primer paso para solucionar o mejorar un problema es detectarlo, muchas veces la queja no pasa más allá de las palabras o conversaciones. O tal vez no se sabe cómo pasar a la acción. La idea es que haya proactividad para solucionar los problemas, no quedarnos solamente con la queja, sino ver qué tenemos y qué sabemos para ver cómo podemos empezar a solucionar los problemas. Y si no sabemos buscar a personas que sí lo sepan.
Un premio global
El Global Student Prize está dirigido a todos los estudiantes del mundo que tengan al menos 16 años y que, además de logros académicos, se destaquen por proyectos con “impacto real en el aprendizaje, en la vida de sus compañeros y en la sociedad”.
Impulsado por Fundación Varkey y la ONG Chegg.org es un “premio hermano” del Global Teacher Prize, el “Nobel de la Educación” que premia con un millón de dólares al mejor docente del mundo.
En agosto se anunciarán quiénes de los 50 seleccionados quedarán entre los 10 finalistas. Y más adelante, quién se lleva el premio mayor.