28 junio, 2025

Vuelta al esplendor de la Capilla Real de la Mezquita-Catedral

Cuando algo excesivamente bello se esconde dentro de algo extraordinario corre el riesgo de pasar desapercibido. Esto es, quizá, lo que le ocurre a la Capilla Real enclavada en la Mezquita-Catedral de Córdoba. En la zona de ampliación de Alhakén II (o Al-Hakam II) y levantada en el siglo XIV, la Capilla Real se alza 20 metros desde el suelo del templo hasta su cúpula.

Los historiadores no se ponen de acuerdo en torno a su origen. Hay quienes dicen que se empezó a levantar por orden de Pedro I, otros aluden a la inscripción que puede leerse en unos de sus laterales y que hace referencia a Enrique II quien, sí o sí, reinaba cuando se terminó de construir. Ambos eran hijos de Alfonso XI, pero Enrique era bastardo. Los dos, el rey Pedro I y su medio hermano Enrique de Trastámara se enfrentaron en la primera guerra civil castellana y ganó el segundo, en 1369. La inscripción completamente legible de la capilla dice lo siguiente: «Este es el muy alto rrey Don Enrique por honra del cuerpo del rey su / padre esta capiella mando facer. Acabose en la era de M e CCCCIX ans».

Margarita González señala la inscripción donde pone que Enrique II mandó construir la capilla. / A. J. GONZÁLEZ

Es decir, en esta sentencia lo que afirma Enrique II es que él ordenó construir la capilla y que se terminó en 1371 o lo que es lo mismo, solo dos años después de llegar al trono, algo que para algunos es bastante difícil. Puede que fuera así o puede que la enemistad férrea con Pedro I le hiciera presumir más de la cuenta. Pero enfrentamientos familiares aparte, lo que sí está claro es que la capilla se levantó para acoger los restos de Alfonso XI y también del padre de este, Fernando IV, donde estuvieron hasta que fueron trasladados a la Colegiata de San Hipólito en el siglo XVIII.

Trabajos

En ese espacio, de unos nueve metros de largo por unos cinco y medio de ancho (más una altura imponente) llevan trabajando desde hace más de un año un equipo de historiadores-restauradores que, además de recuperar el esplendor de este rincón, han hecho unos cuantos hallazgos interesantísimos. Ha sido el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) el que se ha encargado de coordinar los trabajos, que ya están llegando a su fin, y que fueron adjudicados a la empresa Tracer. Margarita González, del IPCE, y Luisa García, Ana Ferrán y Eduardo Mendoza, de Tracer, se encargan ahora de culminar y documentar todo lo que se ha hecho.

La capilla, explica Margarita González, está decorada por completo. No hay un rincón donde no luzca un exorno trabajado y cuidado. La decoración predominante de las yeserías es mudéjar, con espacios muy similares a los del palacio de Pedro I en el Alcázar de Sevilla. Los atauriques estuvieron cubiertos con pan de oro, que ahora se materializan en colores violáceos por el paso del tiempo y las filtraciones. Como recuerda González, en 2011, ya se hicieron una serie de estudios y se evaluó la posibilidad de eliminar ese color tirando a violeta que se percibe a simple vista. Sin embargo, se descubrieron esas partículas de pan de oro, por lo que los atauriques se quedaron tal y como estaban. 

También hay pan de oro, mucho más visible, especialmente en unas estrellas, en uno de los lados de la capilla, el este, donde hay un arco con el fondo desfondado (donde hubo un altar) custodiado por dos leones. Aquí, detalla González, «el pan de oro es diferente. En el resto de la capilla se ha deteriorado más al ser un pan de oro fino y el de aquí tiene un poquito menos de calidad, pero la técnica es buena».

Detalle de la decoración del muro este de la Capilla Real. / A. J. GONZÁLEZ

La estructura

Precisamente en el muro del lado este se percibe claramente la técnica que se utilizaba para enclavar nuevos edificios dentro de la antigua Mezquita. En uno de los laterales del arco la visión de una de las columnas del templo musulmán, en este caso de la época de Alhakén II, es perfectamente visible. «Antes de que se construyera la capilla, esto era la ampliación del Alhakén II. Se construyó por encima de la arcada, era evidente que eso no se podía quitar, por lo que la usan como estructura porque ya la tienen hecha. Lo único que hacen es tapiar los vanos», explica González.

En el muro de enfrente, el oeste, hay un arco central y, a sus lados, también coronados por arcos, pueden verse dos huecos abiertos que eran dos puertas a las que se tenía acceso desde el presbiterio de la capilla de Villaviciosa. Y es que las arquerías cruzadas de esta última capilla, quizá una de las más conocidas del monumento, suponen el reverso de ese muro oeste de la Capilla Real. Que estuvieran tan pegadas la una de la otra hace pensar que la Capilla Real pudiera ser la sacristía de la de Villaviciosa, sin embargo, no puede olvidarse que la primera fue levantada para ser capilla funeraria de reyes.

Vista desde la Capilla Real hacia la Capilla de Villaviciosa. / A. J. GONZÁLEZ

Cripta y enterramientos

Si alguien se asoma desde esos dos huecos abiertos a la Capilla de Villaviciosa tendrá una visión privilegiada en altura. La razón, por debajo del suelo de la Capilla Real hay una cripta con una altura de unos dos metros. «Los arqueólogos están deseando hacer una excavación», comenta Margarita González, pues en esa parte baja no se ha tocado nada, toda vez que el Cabildo le está dando uso como espacio de almacenaje. En este punto, los expertos no aclaran si los restos mortales de Alfonso XI y Enrique IV estuvieron en esa cripta, pero parece que no, que estaban en la propia capilla. La razón para concluir esto es que hay historiadores que afirmaron haber visto los sarcófagos antes de que fueran trasladados a San Hipólito.

La cúpula

Antes de adentrarnos en las pinturas que se han descubierto hay que dedicar un capítulo aparte a la cúpula de la capilla. Antes de los trabajos actuales, el arqueólogo y profesor de Historia del Arte Pedro Marfil ya documentó que en el lucernario de la cúpula se habían tapado antiguas celosías usando un trampantojo. Explicado a modo fácil, se estima que en el siglo XVI o XVII se eliminan las celosías árabes, que daban poca luz, pero que se intuyen espectaculares al estar cubiertas de cristales de colores (algunos restos de vidrio que se han encontrado se han enviado a Suiza para su estudio). Se pretendía conseguir una luz blanca por lo que se eliminan directamente las celosías y se enlucen algunas partes imitando el dibujo anterior (de ahí el trampantojo). En los trabajos de rehabilitación se han conservado algunas partes, en otras se ha dejado ese trampantojo y en otras se han recuperado las celosías, de forma que se pueda ver todo lo que ahí hubo en diferentes momentos de la historia.

Vista de la imponente cúpula que corona la Capilla Real y de la luz que entra a través de ella. / A. J. GONZÁLEZ

Las pinturas halladas

Durante los trabajos de intervención se han hallado varias pinturas que han obligado inclusos a modificar el proyecto inicial, también en la parte económica. Se han encontrado en los arcos norte y sur y en el muro que da a la Capilla de Villaviciosa. Ana Ferrán cuenta algunos de los hallazgos encontrados en el interior de los arcos polilobulados.

En el de la parte norte se ha descubierto y protegido la pintura que es más fácil de entender a simple vista. Se trata de la representación de un profeta del Antiguo Testamento y se sabe que es así porque se percibe claramente la filastería, una especie de banda donde solía ponerse el nombre del profeta o un texto en latín. En la imagen se intuye el contorno de la cabeza, un poco el ojo izquierdo, las barbas y la filastería y la mano con la que agarra esta última. Además, también se percibe parte de la crestería gótica, una especie de marco que se pintaba como si fuera el borde de un retablo. Se cuenta con la posibilidad de que el profeta representado sea Ezequiel, porque también se ven claramente las letras e y ele.

Pintura hallada de un profeta. / A. J. GONZÁLEZ

En otra parte del mismo arco se intuye otro dibujo, aunque de forma mucho menos clara que el anterior. Se ve uno de los ojos, parte de la cabeza y, de nuevo, una crestería. Cuenta Ana Ferrán que en estos casos se trata «casi de un dibujo preparatorio», se ve el perfil, el contorno, para luego colorearlo. Estas zonas donde se han hallado las pinturas estaban cubiertas por un enlucido de color rosa y se cree que cuando se cubrió de esta forma los dibujos ya no estaban en las mejores condiciones y que se haría porque «no les interesaba la decoración».

Más hallazgos

En el arco del lado sur también se han encontrado algunas pinturas, pero no se ven de forma tan evidente, aunque en una de las partes se intuye una especie de espada o bastón. Lo que sí se ve claramente es una inscripción en árabe. Aquí cabe hacer un inciso porque a pesar de que la capilla era cristiana, los propios atauriques forman caligramas donde puede leerse, entre otras cosas, «Alá es mi Señor» o «felicidad»

Siguiendo con las pinturas, Luisa García explica las encontradas en el muro oeste. En uno de los tímpanos de los arcos, detalla García, estaba representado un rey: «se ve la corona, el inciso del cuello y los restos de dorado son la decoración del traje». Además, se ven unas cintas o rayas verticales que serían el cojín sobre el que estaba sentado «a la moruna». Y es que, añade, «en la época cristiana siguen las mismas tradiciones árabes, se sientan a la moruna, así, encima de un cojín». Dado que hay tres arcos con sus tres tímpanos, lo que se piensa es que en cada uno de ellos estuviera representado un monarca, aunque también podría haberse representado un santo o una Virgen.

Tímpano del arco donde los expertos creen que estuvo pintado un rey. / A. J. GONZÁLEZ

El suelo

La intervención en la Capilla Real ha sido tan exhaustiva que incluso se ha rehabilitado el suelo. Es raro que espacios de esta índole conserven el pavimento original, y en la Capilla Real sí ocurre. En las zonas de acceso el pavimento estaba mucho más desgastado por las pisadas. Se han eliminado parcheados y reposiciones posteriores y se ha hecho una recomposición encargando las piezas a un ceramista al tiempo que se han rehabilitado y conservado las partes originales. 

Vista de parte del suelo que se ha recompuesto y parte de la original (la de colores). / A. J. GONZÁLEZ

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