Había más gente en el Cabalén que en las calles del centro un viernes a la tarde. Autos, banderas, parlantes, fueguitos tempraneros y el infaltable olor a choripán. El Turismo Carretera volvió a Córdoba después de 10 años, 10 meses y dos días. Y el pueblo fierrero lo recibió como a un amigo que se había ido demasiado tiempo.
Desde antes de las 10 de la mañana, el predio del autódromo Oscar Cabalén comenzó a teñirse de colores, ruido y pasión. Una marea de fanáticos copó tribunas, laderas y carpas para ver el regreso de la categoría más popular del país. El rugido de los motores volvió a sacudir Alta Gracia con un parque de 53 pilotos, en una fecha especial que puso en juego el Trofeo AFA y 10 millones de pesos para el ganador.
El que se quedó con todo fue Mariano Werner. El entrerriano, con Ford, dominó de principio a fin y se llevó una victoria que le sienta como traje a medida. Su auto respondió a cada exigencia en las 30 vueltas de la final y fue contundente para sumar una nueva estrella en su historial. Segundo fue Julián Santero, también con Ford, y completó el podio José Hernán Palazzo, que entregó un cierre peleado y emocionante.
Lo comisarios de la ACTC determinaron que en este sobrepaso de Santero a Werner, hubo una maniobra antideportiva del mendocino quien había tomado la punta de la final del TC. El entrerriano ganó en la “Carrera de los Millones” en Córdoba… ¿Qué dicen? pic.twitter.com/wMMa6S3TvS
— Diego Zarate (@Zarate_Die) June 1, 2025
En la previa, Werner ya había marcado el camino al quedarse con la primera serie del día. Santero hizo lo propio en la segunda, mientras que la tercera fue para Germán Todino. Pero el protagonista excluyente fue Werner, que se impuso con autoridad y gritó fuerte en un circuito que le sienta cómodo y donde la gente se lo hizo saber.
El fin de semana en el Cabalén fue más que automovilismo. Fue una celebración popular que mezcló el rugido de los motores con el folclore cordobés: banderas de clubes, parlantes con cuarteto, niños corriendo entre los gazebos y asadores que no apagaron sus brasas en dos días. La jornada del sábado ya había sido una fiesta, y el domingo terminó de ponerle moño a una postal inolvidable.
Córdoba volvió a latir al ritmo del TC. Y como siempre, cuando el Turismo Carretera acelera, el pueblo acompaña. Porque hay cosas que el tiempo no oxida: la pasión por los fierros es una de ellas.